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22 Noviembre 2021

La Minería Metálica en Andalucía

Información de Fueyo Editores

Desde que se tienen registros históricos en la península Ibérica, la actividad minera ha estado siempre muy vinculada con el desarrollo de las poblaciones y la sociedad en general. Los orígenes de la minería se remontan a la prehistoria, donde se tienen evidencias de la obtención de sílex y también de sal. En la época de los romanos se incrementó fuertemente la extracción y el procesamiento de determinados minerales, como es el caso del oro, la plata o el plomo, no siendo hasta mediados del siglo XIX cuando tiene lugar en España la gran explosión de la minería, en la que empiezan a tener importancia el hierro, el plomo, el cobre, el cinc y el mercurio, además del carbón.

Luis Fueyo

Desde entonces la minería ha pasado por diferentes etapas y reconversiones, en las que cientos de miles de mineros se han dejado, incluso la vida, por la extracción de las materias primas necesarias para el desarrollo de la sociedad. Los ciclos de la minería, las crisis económicas mundiales, aspectos relacionados con la contaminación y el medioambiente, temas sociales y culturales, y decisiones arbitrarias han marcado en todo el mundo a un sector que, hoy más que nunca, se sabe que es fundamental para el crecimiento de nuestra sociedad, el desarrollo de la tecnología y el futuro inmediato.

Pese a ello, son muchas las poblaciones que siguen viendo a la minería como una actividad contaminante, devastadora, amenazante y que destroza la naturaleza. Es cierto que en el pasado se hicieron cosas mal, pero hoy en día la normativa minera y medioambiental y, sobre todo, la concienciación de las empresas mineras y de los propios mineros, ha llevado a que el sector extractivo sea una actividad totalmente controlada y regulada, con técnicas de procesamiento limpias y con una restauración tras la finalización de la vida útil que deja los terrenos con una morfología adaptada al entorno. Uno de tantos ejemplos llamativos que tenemos en España sobre esto es la restauración de la mina de As Pontes, en A Coruña, donde 2.400 hectáreas de explotación quedaron convertidas en un paraíso natural.

Pese a ejemplos como este, del que España cuenta con innumerables en muchas de sus comunidades, las reticencias a todos los niveles para la extracción de mineral siguen estando patentes a nivel social e, incluso, a nivel político. Grandes proyectos mineros de litio, cobre, uranio o tierras raras, entre otros muchos, que permitirían reducir la tasa de desempleo en determinadas comarcas, además de contribuir a importantes avances sociales y mejoras de todo tipo, han visto en los últimos meses en España su rechazo. El famoso “No es no” del presidente del Gobierno actual se aplica, en muchos casos, a la minería, sin permitir ni poder explicar a las poblaciones afectadas, a los políticos y a los ecologistas cómo se realizaría el proyecto, las oportunidades para la zona, los beneficios para la sociedad y la reducida afectación sobre la naturaleza que tendría la zona en cuestión.

Curiosamente, se está viendo cómo últimamente son muchas veces los propios políticos los que detienen esta actividad, basándose en argumentos infundados, con poca base técnica y escuchando solo parte del clamor popular. Este desconocimiento, estas pocas ganas de informarse a través de los técnicos, ese miedo latente a perder votos y, por lo tanto, su puesto de trabajo, esa falta de compromiso y ese miedo a la responsabilidad están afectando directamente a la actividad minera.

Concienciación, no solo en España, es lo que necesita la sociedad para aceptar una actividad limpia y cada día más necesaria. Recuerdo en el año 1999, visitando explotaciones mineras en los estados norteamericanos de Wyoming, Dakota del Sur y Nuevo México, en las que la integración de los indios nativos como operadores de dúmperes o como operarios en la planta de procesamiento era totalmente habitual. Charlando con ellos, decían que en la mina se respetaban todas sus costumbres y que gracias a la explotación su pueblo y su cultura también podían permanecer vivos y evolucionar.

Este ejemplo es totalmente compatible con muchas otras explotaciones que, por ejemplo, en Latinoamérica ayudan al desarrollo de muchas poblaciones nativas, ofreciendo empleo, salud, educación y acceso al agua, un bien cada día más escaso, sobre todo en zonas remotas.

La minería, como actividad responsable y eficiente, es entendida de forma diferente en todos los lugares del mundo. En España mismamente, cada Comunidad Autónoma tiene diferentes puntos de vista e incluso puede haber importantes variaciones, cada cuatro años, en función del color del partido político que gobierne. Además, también tienen mucho que decir los alcaldes de los municipios afectados, así como los grupos ecologistas, todos ellos desconocedores de la minería actual, caracterizada por unas técnicas novedosas, unos procesos limpios, un respeto máximo por el medioambiente y una implicación máxima con los entornos sociales de la zona.

Esto hace que determinadas Comunidades Autónomas crean y fomenten la minería, frente a otras que sigan pensando en demonizar una actividad que cuenta actualmente en España con casi 4.000 empresas, garantiza 320.000 puestos de trabajo directos e indirectos y genera un volumen de negocio de 27.000 millones de euros. Es decir, en un país donde el negocio principal es el turismo, desdeñar a la minería es cerrarse las puertas a un buen pellizco del PIB nacional.

Entre las comunidades históricamente más a favor de la minería se encuentra Andalucía, que independientemente del color de sus políticos sigue una evolución muy acertada en lo que a minería responsable se refiere.

ANDALUCÍA CREE EN LA MINERÍA

Más allá de la belleza de su tierra, de la cercanía de sus habitantes y de su excelente y variada gastronomía, el éxito de Andalucía con la minería es que cree en ella. Es consciente de los beneficios y los aportes que esta actividad genera a sus trabajadores, a los habitantes de las comarcas, a las arcas de la Junta de Andalucía y a España en general. La minería es un potente dinamizador de la economía y eso Andalucía lo sabe y lo lleva explotando desde hace mucho tiempo.

La extracción de metales en Andalucía desde hace más de 5.000 años ha generado que la minería se encuentre en el ADN de sus habitantes, existiendo enclaves como Riotinto, Linares, Rodalquilar o Aznalcóllar, entre otros muchos, donde bastantes habitantes pueden permitirse el lujo de decir que su abolengo minero viene de varias generaciones atrás. Todo esto influye a la hora de abrir, reabrir, ampliar o comenzar a explorar, pues la industria minera es un sector que ha crecido con Andalucía y Andalucía con la minería.

Y todo esto se debe a la Faja Pirítica Ibérica, una extensa y privilegiada área con unas condiciones extraordinarias y una geología muy especial y agradecida que ha provisto de sulfuros masivos a la zona, garantizando hoy en día importantes reservas de minerales y metales, además de todo lo que todavía queda por descubrir. Esta geología viene definida por tres unidades geológicas mayores dispuestas aproximadamente en dirección NE-SW, siendo la unidad al Norte del valle del Guadalquivir, coincidiendo con la unidad morfológica de Sierra Morena, donde aflora la porción meridional del macizo Hercínico de la Meseta o Macizo Hespérico, la que tiene un gran interés minero.

En Andalucía, la política siempre ha estado con la minería. Tanto socialistas como conservadores han sabido apreciar el extenso potencial de una industria totalmente renovada, eficiente y absolutamente amiga del medioambiente, lo que ha llevado a que empresas multinacionales se animen a estudiar e invertir en la Faja Pirítica andaluza. Por otro lado, las garantías reales y la seguridad jurídica de Andalucía y España en general animan a los inversores mineros, una actividad controlada por un número relativamente pequeño de compañías internacionales con un ámbito de influencia que tiende a ser cada vez más global y menos local. Un total de 150 compañías acumulan el 85% del total del valor de la producción minera global mientras que unas 900 empresas se reparten el resto. A ello hay que añadir entre 4.000 y 6.000 compañías denominadas “junior”, que fundamentalmente se dedican a la exploración, pero no aportan producción minera y cuya vida depende mucho de los resultados de las campañas de prospección.

En la labor constante que Andalucía lleva realizando por todo el mundo como destino inversor minero, todas estas empresas han sido cordialmente invitadas a través de misiones directas e inversas, concursos internacionales y otros eventos mineros, siempre con idea de transmitirles la apertura de mentes hacia la minería de Andalucía y su gente. Todas las empresas mineras que quieran explorar y extraer mineral de una forma eficiente, segura y cuidando el medioambiente tienen sus puertas abiertas en Andalucía, son bienvenidas y se les acoge con los brazos abiertos. Algo que muchas otras Comunidades Autónomas deberían de aprender, si es que quieren ayudar al crecimiento de sus regiones.

Además del excelente marco minero que ofrece Andalucía, hay dos aspectos que de forma general están ayudando al desarrollo de la minería en el sur de España. El precio de las materias primas, metales y minerales como consecuencia del Covid-19 está llevando a que se incrementen fuertemente las peticiones de permisos de exploración, las minas en activo aumenten sus producciones y se realicen mejoras de producción y procesamiento para alcanzar la eficiencia.

Algo que hubiera sido impensable si a estas alturas Andalucía no se encontrase tan involucrada con el sector minero.

Por otro lado, la evolución de las técnicas y procesos mineros está llevando a que antiguas minas clausuradas hace años reabran para el reprocesamiento de sus colas o relaves, algo que hasta hace unos años era impensable, pero que actualmente está permitiendo obtener interesantes beneficios del estéril generado hace unos años. En definitiva, Andalucía es una comunidad amigable con la actividad minera, siempre abierta a recibir a empresas inversoras que quieran trabajar con seguridad, eficiencia y apoyo al medioambiente, buscando siempre el beneficio de las poblaciones afectadas, el respeto a la naturaleza y el bien común de todos.


ESPAÑA Y ANDALUCÍA EN DATOS MINEROS

En España se encuentran actualmente activas alrededor de 4.650 explotaciones mineras y fábricas relacionadas con la transformación mineral, que pertenecen a más de 3.750 empresas. El volumen de negocio anual de estas compañías es de más de 26.600 millones de euros, con una extracción de 210 millones de toneladas y dando empleo directo e indirecto a casi 320.000 personas, siendo el volumen de inversiones anuales de cerca de 12.000 millones de Euros.

España sigue siendo el primer país de la Unión Europea en reservas de pirita, cobre, plomo, oro, plata y mercurio, los segundos en estaño, hierro y zinc y los terceros en wolframio. En lo referente a la piedra natural, España es el primer productor de pizarras, segundo de mármoles y séptimo de granitos. En relación con la minería industrial, España es el segundo productor mundial de celestina, el segundo productor de fluorita en Europa y principal productor de yeso en este continente, donde también es el único productor de sulfato sódico natural.

Es asimismo el principal productor europeo de sepiolita y el país tiene las mayores reservas de arenas feldespáticas en el conjunto europeo. España es también en la actualidad simultáneamente el mayor productor y consumidor de arcillas rojas a nivel mundial con destino al sector cerámico.

Por su parte, en Andalucía hay actualmente más de media docena de empresas mineras, aunque lo que más llama la atención es la cantidad de proyectos activos de exploración que hay actualmente vigentes, más de una docena, y todas las nuevas peticiones pendientes de aprobación.

El sector minero andaluz genera anualmente más de 10.000 puestos de trabajo directo, que asciende hasta los 30.000 indirectos e inducidos. Solo en 2020 se procesaron 21 millones de toneladas de mineral, con una inversión en torno a los 150 millones de Euros (2.400 millones de Euros en el acumulado) y una facturación de 3.000 millones de Euros. Las exportaciones superaron en 2020 los 1.400 millones de Euros.

Andalucía es una de las comunidades con mayor aporte a la producción minera nacional. Así, en minería metálica cuenta con más del 90% de la producción de cobre y, en menor medida, de otros minerales como el plomo, el cinc, el hierro, el oro y la plata. En lo que a minería industrial se refiere, las bentonitas, sepiolitas, diatomitas, fluoritas y talco, entre otros muchos, son igualmente muy reconocidos sus aportes, igual que ocurre con las arcillas refractarias y los áridos silíceos. Por último, y de gran importancia también, se encuentra la roca ornamental, donde Andalucía ha sido y es considerada actualmente uno de los grandes productores mundiales de mármol. Calizas, travertinos, pizarras y serpentinas de origen andaluz también destacan en los mercados internacionales por sus coloraciones, tonalidades y calidades.

 

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