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17 Marzo 2022

Laureano Fueyo

Información de Fueyo Editores

Tomando palabras de Miguel Hernández, “Sé me murió, como del rayo, Laureano Fueyo, a quien tanto quería”.

Nos conocíamos desde hacía más de 50 años, cuando él era el director de la revista Canteras y Explotaciones y yo empezaba mi caminar por la industria de los minerales, probablemente sobre 1968.

Juan Luis Bouso

A principio del año 1972, ambos comenzamos una nueva andadura, el creando una nueva revista especializada, “Rocas y Minerales”, y yo fundando, con otros socios, mi primera empresa, Estudios Técnicos Industriales. La creación de la revista Rocas y Minerales fue todo un acierto, no en vano la experiencia de Laureano como periodista auguraba el éxito. La prueba rotunda es que este año la revista, hoy acertadamente dirigida por su hijo Luis, celebra sus Bodas de Oro, 50 años al servicio de sus lectores.

Recuerdo nítidamente cuando ese año nos juntamos en mi despacho para charlar sobre sus ideas de la nueva revista y como, tras un breve dialogo, acordamos que mi empresa contrataría la publicidad en la contraportada de la revista, por los siglos de los siglos amén. La revista tenía un formato novedoso, fuera del estándar, que aportaba grandes posibilidades de impresión por su tamaño. En contra tenía el mayor costo de producción, pero compensado por la vistosidad de la revista. El acierto de la decisión se confirmó con la excelente aceptación de los lectores y las empresas anunciantes.

Laureano, como un periodista de guerra, acudía a cualquier lugar donde surgiese la noticia, una nueva operación minera, un nuevo fabricante o distribuidor de maquinaria, la presentación de una nueva máquina o celebración de un congreso o exposición. No importaba el país o lugar, allí acudía Laureano para dar servicio de excelencia a sus lectores. En todos los sitios era bien recibido, reconociendo su imparcialidad y buen hacer.

Laureano era una persona de vasta cultura, hablando cuatro idiomas con soltura: francés, inglés, italiano y español, lo que le abría todas las puertas. Laureano era un espejismo en medio del mundo tecnificado de los minerales. Yo fui afortunado al poder disfrutar de sus conocimientos y experiencia. No en vano siempre le consideré mi maestro en el arte de la comunicación.

A diferencia de lo que hoy día son las agrías relaciones entre competidores, él se llevaba bien con todos y estaba siempre abierto a colaborar con otros medios del ramo, a nivel nacional e internacional. Tenía amigos por todo el mundo y eso le hacía más grande. Fue, como mencioné, un oasis en medio del desierto, lo que sentiremos cuando la sed nos agobie y notemos su falta.

Fuimos grandes amigos y juntos podría decir que recorrimos el mundo, tanto a nivel profesional, como particular junto con nuestras mujeres. No puedo dejar de recordar nuestro viaje a China en 1990, hace más de 30 años, cuando comenzó su apertura al mundo de la mano de Deng Xiaoping, después de la muerte de Mao Zedong. Perú, Chile, Cuba, Panamá, Perú, Alemania, Francia, Turquía y tantos otros países que recorrimos juntos haciendo nuestro trabajo, pero abiertos a absorber sus culturas. Como olvidar nuestras aventuras en Perú, en medio del terrorismo de Sendero Luminoso.

Como se dice, las desgracias nunca vienen solas, y justo 24 días antes de su marcha, este 18 de febrero, María José, su mujer y compañera nos había dejado, el pasado 25 de enero, de una manera atroz. En menos de dos meses, una enfermedad sorpresiva y homicida se la llevó.

Probablemente la ausencia de María José ayudó al vertiginoso desarrollo -como el rayo- de su enfermedad, aunque no lo creo. Sus hijos, Rocío y Luis, le arroparon como él seguro les arropó en su niñez. Se sentía bien acompañado, con sus nietos, Carolina y Sergio, e hija adoptiva Mafe (nunca política). Tuve la gran fortuna de poder hablar con él horas antes de su marcha y solo note cansancio en su voz, no tristeza.

Vuela alto Laureano y no olvides a los que aún seguimos en este valle de lágrimas, sufriendo tu orfandad. Nosotros jamás te podremos olvidar porque te nos metiste dentro y ahí vivirás por siempre, en eso consiste la vida eterna de los hombres de bien.

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